Catamarca tira $248 millones en una noche de fiesta mientras su gente come salteado y duerme con frío

Mientras hospitales piden donaciones, escuelas se caen a pedazos y familias enteras viven sin agua ni gas, el Gobierno de Catamarca gasta una cifra obscena para contratar a La Mona Jiménez. Un recital que dura lo mismo que una misa, pero cuesta más que lo que se invierte en salud. Esto no es cultura: es saqueo disfrazado de fiesta.

Sociedad13/06/2025Redacción Realidad CatamarcaRedacción Realidad Catamarca
La mona jimenez


Catamarca va a pagar $248.820.000 por un recital de una hora y media.
Sí. Leíste bien. Casi un cuarto de mil millones de pesos para que La Mona Jiménez se suba a un escenario, mientras el pueblo se congela, se enferma, se empobrece y se muere en el silencio de la miseria.

Esto no es exageración. Esto es corrupción institucionalizada, clientelismo cultural y desprecio por la dignidad humana.

Los hospitales no tienen insumos. Las escuelas están hechas pedazos. Las rutas están rotas. Los sueldos no alcanzan. El desempleo crece. La pobreza se profundiza. Pero el gobierno de Jalil y Saadi decidió gastar una fortuna que podría haber salvado vidas en un espectáculo para sacarse fotos, comprar aplausos y seguir alimentando el mismo relato enfermo de siempre.

¿Dónde está la Legislatura? ¿Dónde están los intendentes? ¿Dónde está la Justicia?
Todos cómplices.
Cómplices por acción o por silencio.
Porque nadie —absolutamente nadie— salió a cuestionar este delirio mientras las necesidades reales de Catamarca arden por dentro.

Y peor todavía: ¿dónde está el pueblo?
¿Dónde está esa supuesta ciudadanía crítica, ese votante indignado, ese trabajador honesto que se parte el lomo todos los días y que hoy aplaude que le roben en la cara?

No alcanza con criticar a los políticos si seguimos permitiendo el saqueo con nuestra pasividad.

Esto no es una fiesta.
Es una burla.
Es un insulto.
Es una bofetada al hambre, al frío, al dolor y a la desesperanza.
Porque cuando el Estado paga 248 millones por un show mientras su gente no tiene ni para comer, no está promoviendo cultura: está perpetuando la miseria.

¿Y qué se podría hacer con ese dinero?
Equipar 20 centros de salud completos.
Garantizar miles de raciones alimentarias para comedores populares.
Reacondicionar centros educativos enteros.
Invertir en agua, cloacas, energía y obras reales.
Pero no. Prefieren gastar en circo. Porque el circo no cuestiona, no reclama, no incomoda.
El circo adormece. Y en Catamarca, el pueblo adormecido es la mejor herramienta del poder.

 
Basta.
Basta de relatos. Basta de festivales pagados con hambre. Basta de justificar el despilfarro con el verso del “movimiento económico”.
Catamarca sigue pobre después de cada Poncho. Lo que queda es solo tierra arrasada, luces apagadas y una factura que pagamos todos.

Desde Realidad Catamarca no vamos a callarnos.
No le debemos nada a nadie. No recibimos pauta. No nos arrodillamos ante gobernadores ni diputados ni intendentes ni jueces ni periodistas cómodos.
Y no vamos a callar solo porque es más fácil mirar para otro lado.

Esta nota no es para que te guste.
Es para que te duela.
Porque si esto no te indigna, es porque ya te vencieron.

 
Catamarca necesita despertar. No necesita más música, necesita justicia.
Y la justicia empieza cuando alguien se anima a decir:
Esto está mal. Esto es obsceno. Esto no se puede permitir más.