La pobreza bajó más que nunca, y a muchos los tapó la realidad
Mientras algunos siguen repitiendo eslóganes vacíos, los datos oficiales muestran otra cosa: la pobreza bajó más de 14 puntos y millones salieron del pozo. En esta primera editorial de “Te lo digo yo”, Julio Emiliano Segura te lo cuenta sin vueltas.
Te lo digo yo15/07/2025

Durante meses repitieron que el ajuste era criminal. Que iba a llenar las calles de hambre, que “con los chicos no” y que no se podía hacer recorte sin genocidio económico. Bueno, la realidad llegó. Y los tapó a todos.
En solo un año, la pobreza bajó del 52,9% al 38,1%. No lo dice el gobierno. Lo dice el INDEC, el mismo organismo que muchos usaban como bandera cuando había que denunciar. Hoy, cuando los datos mejoran, miran para otro lado.
Y no es solo un número. Hablamos de millones de argentinos que salieron de la línea de pobreza. Hablamos de 2,4 millones de chicos que dejaron de ser pobres, según UNICEF y la UCA. Menores que ya no forman parte de esa estadística que durante años usaron como escudo político.
¿Dónde están ahora los que gritaban desesperados frente a una cámara? ¿Dónde están los que hablaban del hambre como si fuese una estrategia deliberada? ¿Qué pasó con los “con los chicos no”?
La respuesta es simple: cuando la realidad no les sirve, se quedan callados.
La inflación bajó, el salario empezó a recomponerse, los programas sociales siguen activos y actualizados, y el Estado dejó de gastar como si fuera un barril sin fondo. No hubo represión. No hubo ajuste brutal. Hubo orden. Hubo decisión.
Claro que falta. Nadie dice que esto esté resuelto. Pero lo que está claro es que se puede gobernar con responsabilidad y con resultados. Y que el cuento del ajuste como sinónimo de miseria no solo es falso, sino que está empezando a caerse a pedazos.
Durante años nos hicieron creer que sin subsidios no había dignidad. Que sin gasto público no había derechos. Que sin clientelismo no había justicia. Nos quisieron hacer sentir culpables por hablar de orden, por hablar de esfuerzo, por pedir que el que trabaja no sea siempre el que pierde.
Hoy, los datos los dejan en ridículo. Porque mientras ellos siguen hablando de relatos, la pobreza cae. Y la gente vive mejor.
Yo no tengo problemas en decirlo. No me escondo. No cambio de discurso según el viento. Hoy lo digo como lo dije desde el principio: el rumbo es el correcto. Y lo que está funcionando no es el relato, es la realidad.
No sé si es la primera vez que pasa. Pero sí sé algo: hacía mucho tiempo que no se veía una baja de pobreza tan fuerte, tan rápida y tan clara. Y todo, sin populismo, sin mentiras, sin maquillaje.
Eso duele. Porque muestra que sí se podía. Solo había que tener coraje.