Narcotráfico en Catamarca: crecimiento exponencial en los últimos 14 años de peronismo
Sociedad10/10/2025

Catamarca dejó de ser la provincia tranquila que conocíamos, en los últimos años la realidad cambió radicalmente. Entre 2022 y 2023 las denuncias penales totales saltaron de 25.271 a 27.810, un aumento del 10%, mientras robos, hurtos, lesiones y estafas crecieron de forma sostenida, robos +5%, hurtos +13%, lesiones +9,5% y estafas +55%. La violencia familiar se disparó casi un 30% y los abusos sexuales marcaron un incremento del 44% en un solo año. Estos números demuestran que la tranquilidad fue erosionada por una ola delictiva que dejó de ser episódica para convertirse en estructural.
El avance del delito incorporó, con rapidez, un componente más peligroso, el narcotráfico. Según registros oficiales, los casos de tenencia de drogas se multiplicaron en forma exponencial, un salto que las autoridades nacionales han señalado como alarmante, la cantidad de operativos antidroga pasó de 172 a 354 en apenas un año, lo que refleja tanto el crecimiento del fenómeno como la necesidad de respuestas que todavía no se ven resueltas.
La audacia de las bandas quedó a la vista en un episodio concreto y simbólico, a fines de agosto de 2024 una ambulancia que había partido desde Salta fue interceptada en el puesto El Portezuelo, sobre la ruta nacional 38, cerca del acceso a la capital provincial. En su interior se hallaron varios kilos de cocaína, la unidad simulaba un traslado médico y circulaba con identificación sanitaria. Tres personas fueron inicialmente detenidas y la investigación quedó en manos de la Justicia federal de Catamarca. El uso de una unidad sanitaria como pantalla logística es una muestra de la sofisticación operativa de las organizaciones y de las graves fallas de control en rutas y accesos que deberían ser inexpugnables.
La única fuerza que mantiene una postura pública sostenida de denuncia en la provincia ha sido La Libertad Avanza, con dirigentes como Adrián Brizuela, señalando públicamente la gravedad del fenómeno, pidiendo investigación y depuración.
Los hechos resultan inquietantes, sargentos y oficiales detenidos con estupefacientes, efectivos sorprendidos transportando droga en sus vehículos, exjefes de áreas antidroga procesados por supuesta protección a bandas. No son “anécdotas” aisladas, son indicios consistentes de una penetración del crimen en lugares que deberían protegernos. Donde debería haber control, se advierten grietas, donde debería haber respuesta política, asoma la excusa y la distracción. Dejar el problema en manos de la Justicia federal sin auditar y depurar las estructuras locales equivale a aceptar que el deterioro continúe.
Comparar Catamarca con otras provincias por la baja en homicidios es una trampa de interpretación, que aquí no arda en sicariato público no significa que la violencia no gane terreno. En otros distritos el narco se pelea a balazos, en Catamarca se expande en la sombra, consolidando puntiagudos eslabones logísticos y redes de distribución que, con paciencia, construyen un mercado nuevo. Esa expansión silenciosa es quizá más peligrosa, porque perfora las instituciones con menos ruido y con mayor impunidad.
Después de catorce (14) años de peronismo en la provincia, la obligación de control y la responsabilidad política son ineludibles. Las sombras caen sobre quienes gobernaron y gobiernan, la ciudadanía exige respuestas, nombres claros y explicaciones contundentes. La política local no puede seguir esquivando, los electores merecen saber por qué las rutas se volvieron pasillos del delito y por qué el Estado provincial no cerró los huecos que hoy permiten maniobras logísticas de alto riesgo.
Y ahora, a los que gobiernan y a los que gobernaron, Jalil, Saadi, Corpacci. No quiero discursos de arenas movedizas ni explicaciones frías leídas por voceros. Quiero que miren a la provincia a los ojos. Quiero que sientan la bronca que hierve en las plazas, en las calles, en las madres que ya no pueden dormir. Quiero que sientan el mismo frío en el pecho que sienten los que perdieron la calma, porque su omisión, su negligencia y su tolerancia política tienen nombre y apellido. ¿Cuántas ambulancias más van a cruzar en falso? ¿Cuántos policías más van a ser descubiertos con la mercancía que debían secuestrar? ¿Cuánto más van a proteger a sus pupilos y ocultar fallas?
Que quede claro, no pido promesas. Pido la verdad desnuda, la que corta como cuchillo. No acepto que sus ministerios sean excusas ni que sus secretarios se refugien en la burocracia mientras la provincia se desangra en silencio. Si gobernás, respondé. Si gobernaste, rendí cuentas. Si miraste para otro lado, admitilo. La plaza no pide claveles, pide justicia, depuración y castigo político. Y si no llegás a dar explicaciones, que te pese en la historia, que tu nombre quede marcado por la negligencia que permitió que Catamarca dejara de ser un lugar seguro.
A vos, Jalil, a vos, Saadi, a vos, Corpacci, la paciencia se terminó. No más excusas para la impunidad. No más discursos que maquillen lo que se está pudriendo bajo la lona del poder. La provincia exige, y exige ya, que la política se presente a rendir cuentas en público, que la transparencia deje de ser una palabra y se transforme en denuncias, destituciones. La paz nos la robaron y ahora exigimos que nos la devuelvan con nombres, pruebas y consecuencias.